martes, 1 de febrero de 2011

Michael Moore tiene las patas muy cortas (Parte I)


Michael Moore es un gordito con pinta de simpático, empeñado en ser simpático. Lo que ya da que sospechar.
Progres hay muchos. Muchos ingenuos, muchos talentosos y muchos peligrosos. Huelga decir que los primeros son dignos de ternura, los segundos de admiración y los terceros de desprecio.
Michael es de estos últimos. Una persona que se empeña en destruir un sistema camuflando su bilis de buena obra. Gente mala esta.
Las críticas constructivas son buenas y necesarias y el que las recibe, si es listo, hará caso de ellas aunque no lo admita. Esas críticas pueden a veces basarse en argumentos equivocados, pero si no hay maldad en ello, uno se disculpa en cuanto se da cuenta. Lo malo son las críticas hechas de mala fe con datos falsos, es decir mentir para destruir.

Armado con su cámara, desnuda a su querida América a base de docudramas anti-americanos y Pro-comunistas.
Por supuesto siempre responde a las críticas argumentando que ama America y lo hace por su bien. Como la persona que pega a su pareja por haber salido a la calle con una falda muy corta a su juicio. “Lo hago por tu bien cariño, me lo agradecerás”.

Cuando se empezó a hacer famoso con sus Bowling for Columbine (2002) y Fahrenheit 9/11 (2004) y de paso nuevo héroe del mal enfocado antiamericanismo mundial, la gente que no se traga lo primero que ve en la televisión empezó a escarbar un poco (mala costumbre democrática) a ver si todo era tan puro como lo pintaba Moore.
En EEUU trataba de ganarse y se ganó la complicidad de muchos con frases como “Como muchos americanos, simplemente no entiendo por qué durante cuatro años se nos ha presentado una visión de esta Administración y no hemos oído la otra parte de la historia. No hemos visto la verdad, al menos lo que yo considero que es la verdad”.
Fuera de Estados Unidos no le hizo falta nada. Olía a antiyanqui y eso es suficiente.

Por desgracia, este tipo de salvadores de la humanidad suele tener los pies de barro y Michael no es una excepción (uno más).
Hay extensos artículos desmontando muchas de sus afirmaciones de estos dos documentales y el lector los puede encontrar fácilmente en Internet.

Quizá escarmentado decidió conocer mundo y montar su nuevo ataque desde territorio amigo. Cuba. Allí, como en cualquier dictadura, aceptan a cualquiera que sin argumentos pero con odio decida atacar a quien ataca su régimen totalitario.
El resultado fue Sicko (2007) una epopeya sobre las virtudes de la famosa sanidad gratuita universal cubana en contraposición con la deficiente sanidad Estadounidense (esto si es cierto), a la mayor gloria del tirano isleño.

Pero el cineasta no contaba con wikileaks…

Fin de la primera parte. Ir a Parte II.

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