Vista desde el Parque estatal Península |
Para desintoxicarme de las criticas a las hipocresías, penurias y cutreces que van a poblar este blog he decidido compartir ciertos paisajes de Norteamérica que me han marcado, me han hecho disfrutar o me han emocionado a lo largo de los años. Voy a centrarme en pueblos pequeños o paisajes aislados porque para hablar de Nueva York, Chicago o las Vegas hay muchas webs y blogs que se encargan de ello.
Hoy empiezo con Ephraim.
Es un pueblo pequeño, muy pequeño e incrustado en el condado de Door, estado de Wisconsin. Es el típico pueblo turístico que en temporada baja tiene 400 habitantes y en temporada alta 600 (fastídiate Benidorm). Lo baña el famosísimo lago Michigan. Llegue a las 15:00 y busqué un lugar para comer; Si conocéis algo EEUU sabréis que comí solo en el restaurante.
Lo que más llama la atención de un español es que es uno de esos pocos pueblos que quedan donde la ley seca sigue vigente. La abundancia de bebidas no alcohólicas y un Restaurante-heladería que prepara unos helados de exposición compensan con creces esa restricción.
Tiene una pequeña playa de unos 100 metros de largo y 30 de ancho aunque uno puede meterse en el agua y andar tranquilamente 200 metros sin que el agua le cubra del todo.
Recorrer al atardecer El paseo “marítimo” de poco más de 1 kilómetro que cruza el pueblo de norte a sur disfrutando de un helado de Wilson’s constituye una manera perfecta de terminar el día ya que la puesta del sol que se va escondiendo tras una isla cercana es de las que te arrepientes si te has olvidado la cámara de fotos.
La amabilidad de sus gentes (típica de EEUU pese a la imagen que nos dan los medios europeos de ellos), que te preguntan, se interesan, te aconsejan, hace que te sientas realmente a gusto entre ellos.
Desde el agua todas las casas van ascendiendo por una pequeña montaña que acompaña, paralela al lago, al pueblo y que le da a este un aspecto aún más acogedor.
Aparte del paseo marítimo y como atracciones destacadas, están los conciertos en un minúsculo parque donde los músicos instalados bajo un templete interpretan a los clásicos americanos (música de orquestas de los años 20-30, rock n’ roll, jazz).
Una original galería de arte donde puedes firmar en sus paredes exteriores cierra el pueblo en su extremo norte.
Ideal para pescar, pasear, navegar con pequeña motora y sobre todo descansar; Además a escasos 2 kilómetros esta el parque estatal Península, sencillo, tranquilo y bordea un tramo de “la costa” del Michigan, donde hay infinidad de rutas para caminar o montar en bicicleta.
Pintoresco y sin ruidos, es un pueblo idóneo para olvidarse del mundo pero ojo…exclusivamente para descansar. La “marcha” a 3 millas, en Fish Creek.
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